Hijo de artistas, Ackles no demoró en conformar un vodevilesco dúo infantil con su hermanita, actuar en películas como el fiel compañero del perro Rusty (un Lassie clase B), superar un período de lírico delincuente juvenil con reformatorio incluido en cinco ocasiones, estudiar sajón en la Edinburg University y volver a EE.UU. para trabajar como peón de circo, jardinero, vendedor de autos usados, vigilante en una fábrica de papel higiénico y detective privado. En algún momento supo que le gustaba la música y que se le daba bien componer canciones. Pero eran canciones un poco raras para la época, para cualquier época. Y así fue como sus jefes en la discográfica Elektra –quienes en principio lo habían contratado para componer canciones para artistas como Cher– decidieron que sólo Ackles podía cantar a Ackles porque no era fácil cantar a Ackles. Canciones repletas de arabescos y melodías debajo de las melodías.
Nadie escribió canciones como las de él después de él. Mucho tiempo después de retirarse, en 1999, a los sesenta y dos años, poco antes de que el segundo acto de un cáncer de pulmón lo enviara con su música a otra parte, David Ackles se preocupó por asentar en una de sus escasas entrevistas lo que sigue: “Bueno, las cosas pasan o dejan de pasar por una cuestión de timing. Y yo no siento nada de amargura en ese sentido. Odiaría pensar que la gente me imagina como a una persona resentida por algo que ocurrió hace más de veinte años. Tal vez mis canciones, bastante oscuras, ayuden a formarse semejante idea. Pero no. La verdad es que todo aquello hoy es para mí como si fuera otra vida, algo vivido por alguien quien ya no soy”.
Cuatro discos grabados entre 1968 y 1973 que conforman uno de los legados más asombrosos –un misterio sin resolución, un caso por siempre abierto– dentro de la historia de los grandes song-writers del siglo XX.
“Subway to the Country” recibió un mayor presupuesto, aunque para mi es inferior al primer y al tercer álbum. Al principio él y Al Kooper intentaron grabar las pistas en un “despojado-back country-rock estilo”, entonces el compositor de formación clásica Fred Myrow fue contratado como arreglista y director. Veintidós músicos son acreditados en el álbum. Ahora que Ackles podía emplear cuerdas, vientos, metales y coros, su estilo musical elaborado comenzó a desarrollarse.
“Main Line Saloon” encabeza el disco al estilo Kurt Weillal con una invitación a un bar donde el vicio es la materia prima.
“Candy Man” narra la historia de un veterano de Vietnam con un brazo de menos que pone una tienda de dulces y, en las bolsitas de caramelos, desliza fotos pornográficas para destruir las cabecitas de los hijos de quienes lo enviaron al más retrógrado de los frentes. “Sólo les hice a unos pocos lo que todos ustedes me hicieron a mí”, sonríe el narrador camino a la cárcel.
Mis preferidas son “That’s No Reason To Cry” y la propia “Subway to the country”.
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Tracklist:
01. Main Line Saloon
02. That’s No Reason to Cry
03. Candy Man
04. Out on the Road
05. Cabin on the Mountain
06. Woman River
07. Inmates of the Institution
08. Subway to the Country
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